sábado, 11 de mayo de 2013

Venezuela | La ajustada victoria de Maduro muestra los retos del proceso social

Las elecciones del pasado 14 de abril a la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela arrojaron como vencedor por casi 300.000 votos de ventaja a Nicolás Maduro candidato del gobernante PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela).

El líder de la oposición, Henrique Capriles, quién ya estuvo implicado en sucesos como el asalto a la embajada de Cuba en el fallido golpe de estado de 2002, ha seguido una estrategia de desestabilización planificada antes de conocer los ajustados resultados finales.

El resultado ha sido que sus seguidores han asesinado a ocho militantes chavistas, y han atacado y quemado varías clínicas donde trabajan médicos cubanos, edificios institucionales y sedes del PSUV en los días posteriores a las elecciones.

La oposición se ha reinventado con una estrategia de acercamiento en lo discursivo –Capriles incluso afirmó en campaña que nacionalizaría a los médicos cubanos o que mantendría las misiones– y en lo estético –el candidato derechista vistiendo de manera informal como el pueblo llano–, sin abandonar la clásica estrategia golpista de los días posteriores a las elecciones. En su horizonte se contempla la denuncia internacional al gobierno de Maduro, buscar negociaciones o capitulaciones del gobierno, o quizás la convocatoria de un referéndum revocatorio.

Como señalan Marea Socialista –corriente anticapitalista del PSUV– y otros sectores del chavismo, la causa del aumento electoral de la derecha y su osadía al sembrar el terror en las calles hay que buscarla en los errores o intereses contrapuestos al pueblo de un sector que dice estar al lado del mismo. Sin el papel de la ‘boliburguesía’ –burócratas y arribistas del aparato estatal– no se entiende la pérdida de apoyos al proyecto chavista, incluso en sectores populares que parecían incondicionales del proceso.

La derecha ha jugado con las carencias que sufre el pueblo, como la subida de precios, los apagones eléctricos –en muchos casos por sabotajes de los enemigos del proceso–, con la corrupción de la ‘boliburguesía’, y con el enorme problema de la inseguridad.

Por ello, como piden los sectores revolucionarios y honestos del chavismo citados anteriormente, hay que profundizar el proceso en varios sentidos: la construcción del PSUV desde abajo, la nacionalización de todo el sector bancario, el control obrero y no por burócratas de sectores estratégicos de la economía, medidas contra los especuladores, depuración de boliburgueses y corruptos del aparato estatal, etc.

La defensa de las numerosas conquistas del proceso –lucha contra el paro y la pobreza, alfabetización, democratización del estado, etc. – y la profundización del mismo solo podrá llevarse a cabo por la más amplia movilización de las clases populares.

Artículo publicado en el periódico de En lucha del mes de mayo de 2013.

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